El mercado de la Bolsa —la aventura diaria de los adinerados— no sería el mercado de la bolsa si no tuviese sus subidas y bajadas. Todo miembro de un consejo de administración, especialmente si tiene un cierto interés por la mitología relacionada con Wall Street, ha oído hablar de la mordaz réplica que J. P. Morgan sénior espetó, supuestamente, a un inocente familiar que se atrevió a preguntar al gran hombre qué pensaba que iba a hacer el mercado en el futuro: «Fluctuará», respondió Morgan secamente. Y también tiene muchas otras características peculiares. Aparte de las ventajas y desventajas económicas de los mercados bursátiles —por ejemplo, la ventaja de que proporcionan un flujo continuo de capital para financiar la expansión industrial, y la desventaja de que es un sistema en el que los desafortunados, los imprudentes y los ingenuos pueden perder su dinero con demasiada facilidad—, su desarrollo ha generado un gran conjunto de pautas de comportamiento social que incluye costumbres, su jerga y sus respuestas predecibles ante acontecimientos concretos. Es realmente asombrosa la velocidad con la que surgieron estas pautas tras la creación, en 1611, del primer gran mercado bursátil —ubicado en un patio al aire libre de Ámsterdam—, y también el grado en el que persisten (con algunas
variaciones) en la Bolsa de Nueva York (el «New York Stock Exchange», o NYSE) durante la década de los sesenta.
Nombre: Aventuras Empresariales
Tipo de Documento: PDF
Servidor: File-Up
Tamaño: 3.6 Mb
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